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Composición 300 palabras a partir de ese momento

Afuera de la ventana, hay un terreno baldío. No sólo la tierra es árida, sino que también está tan seca que hay ligeras grietas. Pensé, me temo que allí no habrá vida.

Por casualidad, escuché el viento aullando fuera de la ventana. Cuando levanté la cabeza, vi que el cielo se había oscurecido y el cielo estaba lleno de nubes oscuras. Me di cuenta: ¡es un tifón! Vi los grandes árboles al lado del camino meciéndose con el viento, y muchas hojas cayeron con el viento y luego desaparecieron sin dejar rastro. Hubo un leve sonido crujiente de ramas rompiéndose en mis oídos. De repente vi un pequeño árbol de azufaifo Elaeagnus, luchando a muerte contra un anciano de mal carácter llamado tifón. ​​Sus ramas, que no eran más gruesas que la boca de un cuenco, parecían estar a punto de romperse en el siguiente segundo. ¿Cómo puede su pequeño cuerpo resistir el poderoso poder destructivo de un tifón? Escuchando el creciente ruido del viento, suspiré suavemente y no pude soportar mirar más. Simplemente oré en silencio por el pequeño árbol de azufaifo Elaeagnus.

Al día siguiente, abrí la ventana e inmediatamente me rodeó una refrescante fragancia de flores. Respiré hondo, miré hacia abajo y me quedé estupefacto: después de una noche de tormenta, aunque había una pequeña gota de lluvia sobre las hojas del arbolito Elaeagnus, todavía no podía tapar su verdor. Lo que es aún más peculiar es que las delicadas flores de color amarillo claro se cubren tímidamente la mitad del rostro con sus hojas, como pequeñas campanillas que cuelgan por todo el árbol, salpicadas entre las hojas verdes, y como una campanita que perfora el árbol. La fragancia de las flores se desborda y me hace sentir relajada y feliz. El olor de Elaeagnus no es tan fuerte como el de las rosas, pero es ligero y superficial, con un toque de melancolía y timidez. Recuerda a una mujer que camina sola en un callejón lluvioso sosteniendo un paraguas.

En ese momento, la apariencia del pequeño árbol de azufaifa cambió en dos grandes palabras: fuerte. Estas dos palabras se superponen con muchas personas: Helen Keller, que escribe la vida con palabras; Hawking, que tiene un rostro sereno y mira al cielo, que sonríe como un ángel en silla de ruedas...

Levanté ligeramente las comisuras de mi boca, porque en ese momento comprendí la fuerza del pequeño árbol Elaeagnus: no teme a las dificultades y nunca admite la derrota. Como dijo Beethoven: "Toma el destino por el cuello".

——Este es el verdadero significado de la vida.