Había una vez un ciego

Al ciego le gustó mucho el cachorro, porque le traía mucha felicidad a su vida solitaria. Incluso cuando se va a la cama todas las noches, saca la mano de la cama y deja que el perro la lama. Esa noche después de apagar las luces y acostarse, como de costumbre, la mano del ciego fue lamida por una lengüeta húmeda y linda. Quedó muy satisfecho. Pero al día siguiente se enteró de que su perro no estaba en casa anoche. Entonces recordó algo: recientemente han robado casas en esta zona y se dice que el ladrón es un tipo astuto y pervertido. Al pensar en esto, el estómago del ciego no pudo evitar revolverse.