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Finos versos y análisis de "Veinte mil leguas de viaje submarino"

Estaba oscuro y esperábamos nerviosos la oportunidad. Ned no podía esperar para saltar al mar. Lo consolé y le dije que no fuera impulsivo. En mi opinión, el Nautilus atacará al oponente en la superficie del mar y podemos escapar fácilmente aprovechándonos del enemigo.

Pero mi juicio estaba equivocado. A medida que la distancia entre los dos barcos se acercaba, el Nautilus se hundió repentinamente rápidamente. De repente me di cuenta de lo que iba a pasar. El Nautilus no atacará directamente la fuerte armadura de acero del oponente, sino que utilizará su ángulo de ataque para atacar las partes del oponente debajo de la línea de flotación.

El Nautilus comenzó a acelerar, todo el casco temblaba y la espada de la venganza estaba a punto de atravesar el cuerpo del oponente. Mi mente se detuvo y mi sangre se congeló.

"¡Bang!" Con un shock terrible, sentí el poder del duro ángulo del Nautilus penetrando el objeto.

El enorme buque de guerra comenzó a hundirse. El Nautilus también se sumergió bajo el agua a la misma velocidad. Vi un gran agujero perforado en el casco del buque de guerra y agua de mar se vertió en él, provocando un rugido aterrador. La cubierta estaba llena de figuras corriendo presas del pánico.

Esta repentina escena sangrienta me puso los pelos de punta. Por un momento, me quedé inmóvil frente a la ventana de vidrio, mis manos y pies estaban flácidos y mi respiración se ahogaba.

De repente, se escuchó un fuerte ruido que hizo temblar la tierra y el aire comprimido arrasó la cubierta del buque de guerra, provocando una explosión y enviando escombros por los aires. El Nautilus quedó inclinado por la poderosa onda expansiva. El devastado buque de guerra comenzó a hundirse rápidamente y las cubiertas y vigías quedaron sembrados de cadáveres de las víctimas. La vista fue realmente horrible.

Me volví y miré al Capitán Nemo, el verdadero vengador y el terrible verdugo, mirando la escena frente a mí con ojos llenos del placer de la venganza. Cuando todo terminó, entró en su habitación. Lo vi arrodillarse ante el retrato de una mujer joven y dos niños, con los brazos extendidos, y de repente sollozar.