Intercambio de ejecutivos exitosos de compañías de seguros
La lealtad, al igual que el dinero y las emociones, si quieres conseguirla, primero tienes que pagar. Como supervisor, no exprese su insatisfacción con este departamento con sus subordinados. Para ellos, usted representa a todo el departamento. Si los necesita y espera que trabajen para usted, no haga comentarios irresponsables delante de ellos. La lealtad mencionada aquí no es sólo hacia el jefe, sino también hacia los subordinados, incluido su departamento.
Optimismo
Un directivo optimista siempre está dispuesto a escuchar las opiniones de los demás porque espera buenas noticias. A un supervisor pesimista siempre le gusta poner excusas o fingir que lo sabe todo porque tiene miedo de escuchar malas noticias; un supervisor optimista piensa que sus subordinados son sus buenos ayudantes, mientras que un supervisor pesimista piensa que sus subordinados son vagos, molestos e inútiles; Los supervisores optimistas se levantan todas las mañanas llenos de pasión y confianza, mientras que los supervisores pesimistas se acuestan en la cama sintiéndose deprimidos; los supervisores optimistas están dispuestos a aceptar sugerencias de sus subordinados, mientras que los supervisores pesimistas siempre piensan que nuevas sugerencias traerán nuevos problemas.
Así, los supervisores optimistas siempre avanzan paso a paso, mientras que los supervisores pesimistas siempre dudan.
3. Cuida a tus subordinados
Esto debería ser evidente. Una gran parte del trabajo de un supervisor es gestionar a sus subordinados. Si no le agradan en absoluto sus subordinados, de todos modos no será un supervisor exitoso.
Un buen supervisor siempre se preocupa por sus subordinados. Muestran gran interés en lo que hacen sus subordinados, infunden confianza en ellos y hacen todo lo posible para que sus subordinados se parezcan a sus supervisores. Suelen acercarse a sus subordinados en lugar de encerrarse en la oficina.
Los mejores directivos se centran en la gestión humanista porque saben que no son más perfectos que nadie. Nunca hablan de sus defectos y comprenden plenamente a los demás.
Motivar a los demás
El simple hecho de estar dispuesto a presentarse y pararse frente a todos y decirles qué hacer no demuestra cuán valiente es un supervisor. Los supervisores deberían probar constantemente nuevos enfoques. Si un supervisor le pide a un subordinado que intente algo y no funciona, no pierda la confianza en el subordinado que lo hizo y mucho menos lo culpe. Porque tienes que entender: si no les das a tus subordinados la oportunidad de fracasar y les dejas recuperarse, ¿cómo podrás lograr el éxito final?
5. Hazte cargo de la situación
Los ejecutivos inteligentes nunca dicen: "No es asunto mío". Si te encuentras con algo inesperado, necesitas la ayuda de tus subordinados. Tienes que hacerles saber que siempre estás ahí para ayudarlos cuando te necesiten. Puede darse cuenta de que su departamento está en problemas si sus subordinados se niegan a hacer algo más que lo que creen que es su trabajo.
Sea firme
Los supervisores tienen que tomar varias decisiones de vez en cuando, y tomar estas decisiones requiere valentía. Cuando la información es suficiente y precisa, a los supervisores les resulta fácil tomar buenas decisiones. Cuando es difícil conseguir información y no puedes tomar decisiones, es cuando te ponen a prueba. A la hora de la verdad, hay que tomar una decisión. La indecisión y la indecisión son tabúes para los ejecutivos de las empresas, y nadie respetará ni estará dispuesto a seguir a un supervisor tímido.
7. Razón y consideración
Es una simple verdad en la vida que es mejor tratar a las personas con palabras discretas que con palabras duras. Sin embargo, el atractivo del poder a menudo hace que quienes ocupan altos cargos olviden este principio. Cuando las personas están ansiosas por completar su trabajo, a menudo pierden la paciencia o no consideran en absoluto los sentimientos de los demás, por lo que ignoran las sugerencias de los demás, subestiman el desempeño laboral de sus subordinados e incluso los humillan frente a sus colegas. Estos deben evitarse tanto como sea posible, de lo contrario habrá un sinfín de problemas. Al mismo tiempo, hay un principio importante que recordar: al criticar, céntrese en las cosas, no en los individuos.
8. Equidad
Al resumir el desempeño, organizar el trabajo, aumentar salarios y promociones, contratar empleados y despedir empleados, cualquier decisión que tome afectará a todo el departamento. Por lo tanto, es extremadamente importante enfatizar la equidad. Si un subordinado no tiene desempeño y usted le da un aumento, solo hará que otros subordinados se sientan insatisfechos. Cuando los subordinados son acusados injustamente, la moral colectiva también sufre. Cuando un subordinado comete un error, se le debe permitir admitirlo y dejarlo de lado, en lugar de enfadarse. Cometer errores es una buena oportunidad para aprender. Los errores no deben utilizarse como objetivo para herir la autoestima y el orgullo de los subordinados.
9. Honestidad y confiabilidad
Honestidad significa informar a los superiores lo que quizás no quieran escuchar; honestidad significa decirles a los subordinados lo que está bien y lo que está mal cuando un supervisor hace; un error, se atreve a admitirlo.
No es fácil decir la verdad a tus subordinados sin herir los sentimientos de los demás. La honestidad sirve al bien común de la empresa y debe ser la principal directriz de comportamiento de las personas.
10. Luchar por llegar a lo más alto
Los supervisores primero deben ser ambiciosos y tener una visión de futuro, y al mismo tiempo tener plena confianza en sus subordinados. Los supervisores deben compartir el éxito de sus subordinados y reconocer sus logros. Utilice su entusiasmo y abundante energía para animarlos y que todos puedan progresar y mejorar. Pero tenga cuidado de no exagerar. No puedes simplemente abandonar a todas las personas y cosas que tienes delante sólo para realizar tus ambiciones, las consecuencias serán desastrosas.
La ambición del supervisor también se refleja en el coraje de realizar cambios oportunos, mientras que muchas personas tienen miedo de dichos cambios. Por supuesto, si el cambio ocurre demasiado rápido, puede causar más daño. Por lo tanto, un buen gerente debe saber cuándo ralentizar las cosas y cuándo acelerarlas. El cerebro del líder siempre está funcionando a gran velocidad, pero parece que no ha pasado nada. Le gusta dejarse llevar por la corriente en lugar de hacer restallar el látigo, y prefiere ser flexible en lugar de presionar con fuerza. Un buen ejecutivo es como un experto en marketing: vende sus ideas y planes a sus superiores y subordinados.
Lectura ampliada: Cómo contratar un seguro, cuál es mejor y enseñarte cómo evitar estos "escollos" de los seguros.