Los pensamientos de Anselmo
Anselmo heredó las ideas de Platón y San Agustín (San Agustín), creyendo que la fe es superior a la razón, y la razón debe obedecer a la fe, sentando las bases para el tema principal de la teología escolástica "La filosofía es la doncella de la teología". Pero también defendió que hay que partir de la fe y utilizar la lógica formal para demostrar la ortodoxia cristiana.
Propuso los lemas "Creo para comprender" y "La fe busca la comprensión", pero al mismo tiempo creía que sería casi negligente tener sólo fe sin recurrir a la razón. Usó la ley de causa y efecto en "Soliloquio" para deducir que debe existir la existencia de una persona sumamente perfecta (es decir, Dios) a partir de los diferentes grados de perfección de las cosas. En "La Predicación", también propuso el famoso "argumento ontológico" en la historia de la filosofía sobre la existencia de Dios: el ser autoexistente y eterno.
Afirma que cada uno tiene un concepto de Dios, es decir, Dios es un “mayor de lo que se puede concebir” pero si existe sólo en la mente de las personas, también es posible concebir un Mayor, este; es una contradicción. Por lo tanto, este "Uno Mayor no puede ser imaginado" no sólo existe en la mente de las personas, sino que también debe existir en la realidad.
Este argumento fue refutado por su contemporáneo Gaoniro. Cornillo escribió "Apología de los tontos", señalando que lo que existe en la mente puede no existir en la realidad, y creía que la mayor existencia demostrada por Anselmo era simplemente una "isla de hadas en el mar". El argumento ontológico de Anselmo fue posteriormente afirmado y revisado por Descartes, Leibniz, Hegel, etc., pero fue abandonado por Santo Tomás de Aquino, Locke, Kant, etc.