Históricamente, un atleta negro se tensaba los músculos durante la carrera de 100 metros lisos o la maratón, pero no se rindió y persistió hasta el final.

El jugador tanzano Aihawari.

En 1968, la final masculina de maratón de los Juegos Olímpicos. Casi cuatro horas antes de que se diera el pistoletazo de salida, ya era de noche en la Ciudad de México.

Aihawari, del Tanzania, entró solo en el estadio principal. Se lesionó el músculo de la pierna derecha y fue el último en el partido. Con las piernas vendadas y manchadas de sangre, Alhavari cojeó durante la última vuelta alrededor del estadio hacia la línea de meta.

--"Mi patria no me envió a escuchar el pistoletazo de salida, querían que cruzara la meta."