Principios fundamentales de la Carta Magna

El principio central de la Carta Magna es limitar el poder del monarca y proteger los derechos de sus súbditos.

1. El principio central de la Carta Magna es limitar el poder del monarca y proteger los derechos de sus súbditos. Sin el consentimiento de sus súbditos, al rey no se le permite aumentar los impuestos sin autorización excepto para las tres ayudas regulares; se estipula claramente que las personas libres tienen derecho a la libertad personal y a la propiedad protegida por la ley; Los súbditos tienen el poder de supervisar al rey y resistir la tiranía del gobierno y establecer un establecimiento permanente de 25 personas.

2. La “Carta Magna” es una garantía. Los derechos de los sujetos que involucra son principalmente derechos de propiedad, y no hay ninguna declaración sobre los derechos políticos de los ciudadanos. A pesar de esto, la importancia histórica de la Carta Magna sigue siendo muy significativa.

3. La Carta Magna está lejos de ser una constitución moderna. No detalla la estructura del Estado, la naturaleza del poder o los derechos políticos de los ciudadanos. Texto del contrato, sino una declaración del rey a sus ministros. El tono del género y del compromiso del obispo. La firma de la Carta Magna no significó el inicio de la política democrática. Su premisa fue el reconocimiento de la autoridad y gobierno del rey.

El origen del constitucionalismo:

1. La firma de la Carta Magna en Inglaterra se considera el origen del constitucionalismo. El 15 de junio de 1215, el rey Juan de Inglaterra, de 51 años, se reconcilió con los nobles y obispos rebeldes y firmó la Carta Magna.

2. La "Carta Magna" no es el aporte racional de personas destacadas y con grandes ideales. Es simplemente el resultado de la negociación entre un grupo de súbditos calculadores y un monarca ambicioso pero insuficientemente dominante.

3. La Carta Magna fue un acuerdo de armisticio. Al mismo tiempo, el rey hacía una promesa a sus súbditos y reconocía los derechos de sus súbditos. La eficacia de la Carta Magna no ha desaparecido con la muerte de los firmantes ni ha quedado sellada por los cambios de los tiempos. Duró mucho tiempo y sus principios básicos influyen hoy, no sólo en Gran Bretaña sino en todo el mundo.