¿Cómo gestiona y utiliza una sociedad el negocio?
Cuando se trata de cuestiones laborales, siempre debemos prestar atención a crear un entorno justo. Sólo con justicia podremos ser eficientes, unidos y crear una excelente cultura de asociación. Como líder de una asociación, para usar una metáfora, se le llama cuidar caballos, usar ganado, conducir cerdos y golpear perros.
La relación entre individuos y empresas es el primer tema que la mayoría de las asociaciones deben considerar. Una asociación verdaderamente completa debería estar formada por propietarios, operadores y trabajadores. Si la relación entre estas tres partes no se maneja correctamente, el concepto organizativo y el espíritu de equipo de la asociación no podrán formarse bien.
La mayoría de los socios son propietarios, operadores y trabajadores. Esta particularidad de una sociedad determina que, si bien implementa un gobierno corporativo de acuerdo con la Ley de Sociedades, muchas veces resulta difícil formar una estructura de gobierno de persona jurídica. Esta no es sólo una cuestión institucional de la asociación, sino que también es una parte fundamental de la cultura de asociación de la asociación.
Los medios viables para resolver esta contradicción aún se basan en valores compartidos y conceptos de gestión humanistas, y deben contar con medios prácticos de cambio.
En primer lugar, promover la gestión democrática. Una asociación es una organización basada en el conocimiento y portadora del valor de los socios. La gestión eficaz y el desarrollo a largo plazo de una asociación dependen de sus socios, que es la base inherente de la gestión democrática. Desde el exterior, las crecientes oportunidades y la competencia rápida y feroz también obligan a que la gestión de las asociaciones se vuelva más democrática, porque es la única manera de lograr una ventaja competitiva.
En segundo lugar, céntrate en la capacidad y no en el nivel. Como asociación, el valor de la autorrealización de los socios reside en la creación más que en el poder, y en el trabajo más que en la jerarquía. El conocimiento y las habilidades forman la base del valor de una asociación. Por lo tanto, los socios deben ser compensados en función de su contribución y no de su posición. Esto ayudará a restar importancia a la competencia de nivel y estatus, purificar la relación entre las personas y mantener la armonía, coordinación y belleza del entorno humanista de la asociación. Ésta es también la base para la formación de una buena cultura de asociación.
En tercer lugar, la autotrascendencia a nivel central. Una asociación es un negocio, y hacerla más grande y más fuerte es una situación. Sin embargo, si la gestión de la asociación no tiene los conceptos correctos y las ambiciones elevadas, es imposible llevar la asociación por un camino brillante. Si la capacidad de comprender instrucciones y manejar relaciones interpersonales se utiliza como medida de valor, la gerencia debe recibir más que sus subordinados que contribuyen al negocio si quieren ser promovidos y hacer una fortuna, esto aumentará en gran medida la fricción interna. De esta manera, o los profesionales ocuparán puestos directivos, lo que provocará un desperdicio de talento, o tomarán caminos separados, lo que provocará una fuga de cerebros; Los socios deben asumir sus propios roles de gestión y lograr el autoposicionamiento, la autodisciplina, la autorrealización e incluso la autotrascendencia. Lo único que hay que hacer bien es garantizar que los recursos de la asociación estén en el lugar adecuado y que cada socio pueda utilizar sus fortalezas para que los socios puedan realizar su autoestima en sus respectivas posiciones y obtener los beneficios económicos, satisfacción social y personal que merecen.